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Hijos

Hijos: con el amor no alcanza

Autor: NUEVO DIARIO


Jueves 5 de Mayo de 2011 | Tanto como ser queridos, los chicos necesitan el respeto y la valoración de los mayores para aprender a manejar sus emociones, forjar una sólida autoestima y establecer vínculos saludables.

Mirá qué bien se porta tu hermano, ¿por qué no haces lo mismo?", "No seas tonto, ¿por qué lloras?", "Dejame que lo hago yo, que vos tardas mucho". Frases que los padres suelen pronunciar sin advertir lo que pueden generar en los chicos. Porque, se sabe, con el amor no es suficiente para que los hijos crezcan seguros de sí, responsables y emocionalmente saludables.
A veces no se privilegia lo suficiente el desarrollo emocional de los hijos, tal vez porque se cree que con amarlos alcanza. Son muchos los adultos que están convencidos de que sentir amor basta para que el niño se sienta amado. Pero en un mundo que cambia y en el que cada vez son más las posibilidades de elección, qué mejor que brindarles a los hijos una fuerte consistencia interna basada en una autoestima real, un sentimiento de seguridad y confianza profundo y la capacidad de generar vínculos amorosos fuertes y duraderos. El problema es que esto muchas veces no se da y puede dejar marcas en la psiquis del chico.
Fortalecer su autoestima es una de las principales tareas de los padres, ya que la autoestima es la consideración y el aprecio que uno se tiene a sí mismo. Entonces, es importante ayudar a nuestros hijos a reconocer y apreciar sus méritos y valores. Esto se va construyendo y es el resultado del vínculo con los padres y de sensaciones y experiencias que se van incorporando a lo largo de la vida.
Comparar, juzgar y desautorizarlos también conspiran contra ese objetivo. Cuando juzgamos estamos definiendo la imagen del niño, que está en formación. Si no nos gusta que tenga su cuarto desordenado podemos decirle: “Juancito, no me gusta como tienes el cuarto, yo no quiero tener que ordenar tus cosas todo el tiempo”, pero hay que evitar catalogarlo de vago, sucio o lo que creamos en ese momento que es él. Se debe tener en cuenta que ni él, ni nadie, es sólo lo que hace.
En un entorno donde el éxito es la meta a alcanzar, a veces se puede caer en la exigencia desmedida. La sobreexigencia, que en un comienzo viene de afuera, luego es incorporada a la personalidad. Si es excesiva, los chicos no van a estar nunca conformes con lo que logren y esto se va a acrecentar cuando sean adultos. Y si eso sucede, probablemente en lugar de escuchar sus deseos intentarán cumplir con los paternos. En otros casos es tan alto el ideal que buscan alcanzar que terminen sintiéndose disminuidos.

Palabra y afecto: cómo guiarlos
• Buscar la motivación especial para cada uno de ellos. No hay dos chicos iguales. Lo que a uno le fascina hacer, al otro le molesta. Hay que empezar pidiéndoles que hagan lo que les gusta. Luego, se pasa a la actividad siguiente.
• Los chicos hacen lo que se espera de ellos. Si siempre hay alguien que haga el trabajo en su lugar no tendrán motivación para realizarlo, porque "total, mi mamá ordena...". Al principio, no lo harán en forma perfecta, pero hay que tener confianza y darles esa confianza acerca de que lo podrán hacer bien con el tiempo.
• La fuerza que sostiene la responsabilidad es el amor propio. Los niños tienen la capacidad de aceptar responsabilidades cuando aprenden a sentir estimación propia y satisfacción por su madurez y su individualidad. ¡Qué ordenada la lista del supermercado, no faltó nada! ¡Qué linda como está puesta la mesa! ¡Qué ricos que están los brownies! ¡Qué bien que quedó tu cuarto! Estímulo, en una palabra.f: nuevodiarioweb.com.ar 5/5/11

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