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Hosp. CISB :Centro Integral de Salud Banda

Saludos y festejo

El gigante de los chiquitos

21.08.2012 | 00.15   |   FacebookTwitter
Sociedad /  En el Garrahan cada día se atienden 1.200 chicos y trabajan 3.800 empleados. Cómo funciona uno de los hospitales de niños más importante del país que este mes festeja su aniversario 25.
Por Daniela Rossi - Fotos Gustavo Correa

Un rato antes de las 8, la puerta que da a Pichincha se abre. Padres e hijos, tapados de abrigo, agarrados de la mano o alzados en brazos, entran. A esa hora los médicos empiezan a recibir las consultas que durarán hasta las 16. Pero el Hospital Garrahan se despertó unas horas antes, cuando los médicos orientadores comenzaron las derivaciones, llegaron los insumos y se alistaron los quirófanos. En realidad el hospital nunca durmió. El movimiento acá adentro no cesa.

El 25 de agosto de 1987 el entonces presidente Raúl Alfonsín inauguró un hospital cuyo proyecto había sido elaborado 18 años antes para ampliar la atención pediátrica que ya brindaba el hospital Ricardo Gutiérrez. “Esto era un páramo, hacía mucho frío, había goteras. Los que hicieron el proyecto fueron líderes visionarios, pero creo que nadie pensaba que esto terminaría así, como una fábrica de salud”, cuenta Josefa Rodríguez, actual Directora Médica Ejecutiva, quien entró a trabajar al hospital a 15 días de la apertura como asistente del área de guardia.

En los tres pisos que tiene el hospital se atendieron en el último año 350.556 chicos: de ellos, la mitad representa a menores de 5 años, el 61,83% reside en el conurbano y el 15,48% en la Ciudad de Buenos Aires, y el 37,3% tiene cobertura médica social pero se atiende aquí. Pasada la media tarde, la actividad se traslada al subsuelo, en donde funciona la guardia: el año pasado pasaron 55 mil chicos. Por el contrario, en el piso superior donde funciona el área de internación, la actividad empieza a bajar.

Protagonistas. Además de chicos, dentro de estas salas hay padres, tíos, hermanos. Algún mayor que pueda contener al chico, acompañarlo desde el sillón reclinable que está al lado de su cama. Alguien que traiga la ropa limpia, ayude a comer. La internación, en este hospital, es conjunta. “El sostén familiar es muy importante en la recuperación. Algunos chicos pasan mucho tiempo internados y es fundamental que vengan los amigos, que puedan pasar un rato en la sala de juegos”, explica Fernanda Ledesma, coordinadora de la sala 62 que tiene 34 de las 510 camas totales. Dentro de la rutina puede entrar, si la internación será prolongada, una maestra de la Escuela Hospitalaria N°2 para darles clases: “Se trata de que, dentro de todo, mantengan la normalidad”, explica Ledesma, que ya hace el “pase de sala” a quienes la relevarán. Las distancias entre el hospital y el hogar es otro de los motivos que explican la compañía constante de un tutor, ya que casi el 15 por ciento llega desde el interior del país y mientras que los pacientes que asistían al hospital en sus comienzos eran agudos, hoy la mayoría tiene la condición de crónico.

Parte de esa “vida corriente” que intenta estimularse también es la sorpresa que cada uno recibe en su cumpleaños: al amanecer, la cama está rodeada de banderines y un regalo lo espera. “Se ponen muy contentos, es una manera de hacerlos sentir en casa”, dice Silvia Pietanesi, responsable de la oficina de Representante del Paciente, una suerte de ombudsman que funciona de manera interna: además de la encargada de organizar actividades de recreación, es quien recibe consultas y reclamos de parte de los pacientes. “Acá la cama es del paciente y tiene que estar satisfecho”, dice.

Roberto Salvatierra lleva ocho años transitando los pasillos del hospital, después de haber dedicado los primeros tres de su carrera como enfermero a la asistencia de adultos. “Desde que entré acá sé que no salgo. Ver la recuperación de un chico es muy fuerte, aunque la parte aguda de la enfermedad también lo sea. Sentir la sonrisa, el progreso, es maravilloso”, cuenta uno de los nueve enfermeros que cubre el turno tarde.

La planta baja del edificio podría ser confundida con la de otro edificio público. Por ser bidireccional (recibe fondos de Nación y Ciudad) y autárquico, todas las actividades administrativas se concentran en las oficinas de este piso, en el que trabajan más de 400 empleados. Al fondo del pasillo, por una ventanilla, ingresan las historias clínicas y placas de todos los pacientes. En esa sala y otra del subsuelo, el archivo central guarda 25 años de atención: en los estantes hay apiladas más de 310 mil historias clínicas y casi 25 mil radiografías. En otra ala, jóvenes residentes circulan con carpetas y mochilas: esto también funciona como centro de aprendizaje, una extensión de lo aprendido en la universidad.

Existe algo que puede alterar el esquema habitual de actividades: un celular permanece siempre prendido, sin importar días ni horarios, y en caso de recibir un llamado se activa el “operativo transplante”. Un profesional deberá subirse al helicóptero para custodiar el traslado del órgano, y otro equipo alistará al paciente y el quirófano en el hospital. En estos quirófanos ya se realizaron 1.600 intervenciones de ese tipo. “En esos momentos el grupo tiene que funcionar como una orquesta donde ninguno tiene que desafinar y un equipo de fútbol, donde cada uno debe dar el pase justo en el momento indicado”, cuenta Rodríguez. Junto al festejo del 25° aniversario esta ciudad a pequeña escala tendrá un nuevo sector: el Banco Regional de Sangre y Células Madre espera listo que corten su cinta, y el Hospital de Día Oncológico ve más cerca su turno de funcionar.f:diagonales.infonews.com

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